El Cachorro (VII)
Artículo Ilustrado de Valeriano Belmonte

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Veintidós de mayo de 1952, cálida mañana del mes de las flores con un Parque de Abelardo Sánchez, conocido en aquella etapa como “Parque de los Mártires”, resplandeciente mostrando rosas rojas, blancas, amarillas y rosadas lo mismo que los preciosos chalets del Paseo de Simón Abril que enriquecen la zona con su deliciosa flora. Era la festividad de la Ascensión del Señor y algunos alumnos del colegio San Francisco, capitaneados por el intrépido prior Buenaventura Yague, entre los cuales se encontraba un servidor, acudimos a la Santa Iglesia Catedral decididos a tomar la primera Comunión.
En el interior del templo no cabe un alfiler ya que cientos de niños y niñas de diversos centros de enseñanza esperan la Sagrada Forma de manos de don Arturo Tabera y Araoz, obispo de la Diócesis y de un grupo de sacerdotes (posiblemente don Pedro Serrano y don Lázaro) que le ayudan. Misa larga, bellísima… y angustiosa para ciertos peques que sufren ligeros desmayos debido al bochorno del momento. Y allí, al lado de Antonio Hervás y familia, me reúno con mis padres y hermano Manolín y escucho a un tierno infante de ocho o nueve abriles preguntarle a un amigo si ha comprado el último ejemplar de “El Cachorro”.
La respuesta es que sí y que se titula “Las fieras humanas”. Finalizada la multitudinaria ceremonia torno al hogar y degusto chocolate elaborado por mamá Valeriana compartido con los míos y con mi colega de aula franciscana, Antonio Campos, tantas veces citado en “Un siglo de tebeos” que colecciona la apasionante serie de Bruguera y me deja leer y releer el cuadernito de marras, o sea el número 25 que relata el secuestro de Isabel Montero por escasa gentileza de los capitanes piratas “Baco”, “El Olonés”, Pedro “El Picardo” y el “Perro Rabioso” y conducida de nuevo a la “isla Tortuga”, rincón conocido por la hija de don Gonzalo, gobernador de Maracaibo.

Entonces, Miguel “El Cachorro”, o sea nuestro protagonista principal, y la valerosa Elena Davis, antaño “ Hija del Trueno”, parten en una frágil embarcación tras los raptores dispuestos a rescatarla. En Alta Mar son sorprendidos por un violento huracán que desmantela la barca y los arroja sin conocimiento sobre la ardiente arena de una playa desconocida plagada de caníbales. Prisioneros de los indígenas, Miguel logra escapar e inutilizar al hechicero de la tribu vistiéndose con sus destartaladas ropas … y haciéndose pasar por aquel saca a Elena del poblado y ambos jóvenes trotan por la impenetrable selva perseguidos por los furiosos antropófagos que descubren el “timo” del temerario chaval. Enseguida, en el episodio 27 ( “En la boca del lobo” ) asistimos al debut de “Batán”, negro hercúleo y valiente que a partir de ese instante se convertirá en el camarada más fiel del invencible y carismático “Cachorro”.
“Batán” se deshace en alabanzas dedicadas al heroico grumete que acaba de salvarle la vida cuando el fortachón y encantador negrito, que dormía plácidamente, se debatía indefenso aprisionado por los anillos de una enorme y peligrosa serpiente tropical. Para pagarle el impagable favor, el morenito entrañable lleva a Elena y Miguel a su cabaña, les obsequia con frutas y les ayuda a liberar a Isabel del “Torreón de la Muerte”… mientras en la lejanía surgía una escuadra española y conocíamos al importante almirante Toledo que navegaba en dirección a Maracaibo porque la legendaria ciudad se defendía de una flota filibustera compuesta por diez navíos con la bandera de la calavera y la enseña del infierno.
Valeriano Belmonte